Declaración de Tokio

Normas dirigidas a médicos para prevenir la tortura


Los médicos sirven a sus pacientes durante toda su vida para sanarlos, aliviar el sufrimiento o confortarlos, actuando en el respeto de los intereses del paciente. Esta responsabilidad está vigente siempre que el médico utilice su conocimiento en su interacción con el paciente.

La Asociación Médica Mundial fue fundada en septiembre de 1947, días después de los juicios de Nuremberg por los abusos de la medicina en los campos de concentración y las actividades de eutanasia en la Alemania Nazi. Aunque la magnitud de lo ocurrido durante la Segunda Guerra mundial sea extrema, el mal uso del conocimiento médico sigue existiendo hoy en día en gran parte del mundo.

Existe una distinción clara entre la medicina para el beneficio de la persona y el abuso de la medicina. Sin embargo, los médicos pueden encontrarse en situaciones de difícil gestión donde el Estado utiliza o tolera la tortura u otros tratos degradantes y para ello solicita o fuerza la colaboración de estos médicos en la atención a las víctimas. Los médicos tienen la obligación de diagnosticar y tratar a las víctimas de tortura. Por otro lado, tienen la prohibición ética de realizar cualquier estudio o facilitar información o tratamiento que pueda llevar a una perpetuación de la tortura. Por tanto, estas acciones implican la participación del médico en la tortura, lo cual no solo no es ético, si no que también promueve la aceptación de estos procedimientos, destruyendo la confianza de los pacientes en la medicina.