Declaración de Taipei

Investigación sobre las bases de datos, datos masivos y biobancos


La Declaración de Helsinki de la AMM proporciona normas para la investigación médica en seres humanos. Su objetivo es promover la conducta ética de la investigación y proteger al ser humano de los riesgos asociados. La Declaración de Helsinki fue el primer conjunto de normas internacionales sobre investigación que exigió que los participantes en dicha investigación entregaran su consentimiento informado.

La investigación está cambiando. Grandes recopilaciones de información y muestras humanas permiten desarrollar nuevas estrategias y modelos de investigación, como también nuevos tipos predecibles de investigación y análisis. La combinación de una gran cantidad de información, la posibilidad de combinar grandes bases de datos y la aplicación de la tecnología de información ya están cambiando todos los aspectos de nuestras vidas. La investigación no es una excepción.

El potencial de dichas bases de datos es vasto, al igual que los peligros. Aunque existen muchas posibilidades de encontrar soluciones, curas y remedios para una multitud de problemas médicos, enfermedades y sufrimiento, el desafío está en el considerable riesgo de abuso y mal uso de las bases de datos y los biobancos. Estamos convencidos de que la respuesta a este dilema se encuentra en un proceso éticamente correcto que considere la voluntad y confianza de los que donan y comparten su información (o muestras) y también reconocer la obligación de aplicar altos estándares de protección.

La Declaración de Taipei trata de lograr un equilibrio entre los derechos de las personas que entregan sus tejidos o información para investigación y otros propósitos, en base a reglas de confidencialidad y privacidad, y al mismo tiempo reconoce que la información de salud se ha convertido en una herramienta muy poderosa para aumentar el conocimiento.

Al considerar los situaciones existentes para el uso (y abuso) de las bases de datos de salud y los biobancos, hemos llegado a la conclusión de que los mayores riesgos puede que no vengan de la ciencia, sino del uso comercial, administrativo o político de dicha información. Limitar nuestras normas sólo a la investigación nos hubiera dejado ciegos frente al inminente riesgo de abuso desde fuera del campo de la medicina: comercialización, reducción de costos y un potencial abuso político.

Por lo tanto, en contraste con la Declaración de Helsinki, esta política busca abordar todo uso de las bases de datos de salud y biobancos fuera del tratamiento individual y no está restringida a la investigación. Puesto que los médicos son los principales guardianes de la información confidencial de salud, sienten una obligación ante sus pacientes y otras personas que les entregan su confianza con su información y muestras biológicas.